El ciberbullying o ciberacoso es un nuevo proceso de acoso que va más allá del acoso escolar o bullying tradicional. Los niños y los adolescentes de hoy en día hacen un uso constante del mundo digital: Internet, redes sociales, teléfonos móviles y sus aplicaciones. El ciberbullying ofrece al agresor un campo más “seguro”, amplio y atractivo, que se extiende a cualquier lugar y momento del día.

¿Qué es el ciberbullying?

El ciberbullying o ciberacoso se define como las acciones intencionales, negativas, en formato electrónico (como el correo electrónico, la mensajería instantánea, las redes sociales, la mensajería de texto a través de teléfonos o dispositivos móviles), de uno o más alumnos durante un período prolongado, que implica repetidos ataques directos contra otro estudiante que, debido a la ventaja de su agresor, es incapaz de defenderse a sí mismo. Hablamos de la situación en que acosador y víctima son compañeros de colegio o instituto y personas con las que se relacionan en la vida física, y se generan situaciones que pueden sobrepasar los conocimientos o capacidades de reacción de los menores afectados, colocándolos en una posición de indefensión o vulnerabilidad.

Según los datos que nos ofrece el Observatorio de la Seguridad de la Información de INTECO (2009), el 5,9% de los chicos afirman haber sido víctima de ciberbullying o ciberacoso, mientras que un 2,9% reconoce haber actuado como acosador o ciberacosador. Según el estudio «Juventud y Violencia», de la Fundación Pfizer, la cifra aumenta hasta el 11,6% de los adolescentes españoles, y según los datos facilitados por el InJuve, es el 10,5% de los adolescentes quienes se ven implicados en estas actividades de ciberacoso vía mensajería instantánea; el 4,6% a través del chat; el 4,3% por mensajes de teléfono, el 2,8% vía correo electrónico, el 2,7% por teléfono y el 1% a través de fotografías o vídeos.

En todas las investigaciones realizadas se afirma que los procesos de ciberacoso y ciberbullying en España van en aumento.

Principales conductas del ciberbullying

Del mismo modo que el bullying tradicional o presencial puede adoptar diversas formas, podemos encontrar diversos tipos de ciberbullying:

  • Hostigamiento: Envío y difusión de mensajes ofensivos o vulgares.
  • Persecución: Envío de mensajes amenazantes.
  • Denigración: Difusión de rumores con intención de ofender.
  • Violación de la intimidad: Difusión de secretos o imágenes.
  • Exclusión social: Exclusión deliberada de grupos en la red.
  • Suplantación de identidad: Manipulación de las redes sociales de la víctima

Tales acciones requieren una estrategia de tiempo y esfuerzo del agresor, lo cual significa que existe una intencionalidad que juega un papel clave en la aparición de dicho tipo de acoso, y lo distingue de otras formas de agresión en la adolescencia.

Características y roles en el ciberbullying

El acosador es una persona que usualmente tiene problemas. La falta de autoestima es un rasgo habitual, lo cual intenta controlar manifestando su fuerza, su dictadura y su tiranía. La víctima sufre diversas consecuencias, entre ellas, un deterioro de su autoestima y dignidad personal, un daño a su estatus social, provocando la victimización psicológica, estrés emocional y rechazo social de sus iguales. Los espectadores son los que ven las agresiones desde fuera. Pueden alentar al acosador o ser sujetos pasivos, tratando de no implicarse (consintiendo). Algunos de los motivos son el miedo que provoca convertiste en víctima o la falta de empatía por la víctima.

Cómo detectar si un niño/adolescente está siendo víctima

Detectaremos si un niño o adolescente está siendo víctima según sus hábitos y costumbres respecto a su comportamiento anterior.

Cambios en sus hábitos:

  • En el uso del móvil o Internet
  • Asistencia a clase
  • Ausencia de actividades que hasta ahora le gustaban
  • Altibajos en los tiempos de estudio y rendimiento escolar
  • Variaciones en actividades de ocio habituales
  • Alteración de la motivación para relacionarse y salir
  • Regularidad en la cantidad de comida y manera de comer
  • Relación con el adulto, frecuencia y dependencia
  • Capacidad de concentración y mantenimiento de la atención

Cambios en el estado de ánimo:

Síntomas físicos:

  • Síntomas neurológicos: dolores de cabeza, mareos, pérdida de fuerza en extremidades
  • Síntomas gastrointestinales: dolor abdominal, pérdida de apetito
  • Pérdida de peso
  • Insomnio (de conciliación o despertares frecuentes)

Las somatizaciones o síntomas físicos suelen ser la primera alarma de que un menor presenta este tipo de problema. Los padres suelen acudir al pediatra o al médico de cabecera, pero éste no les detecta un problema físico.

6 recomendaciones para la prevención del ciberbullying


Miriam Bosch
Psicóloga col. 21339
Fundadora y directora en:
CAPIA – Centre d’Atenció Psicològica Infanto-juvenil i de l’Adult
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