Los pensamientos negativos son aquella voz que por dentro nos va hablando en términos como: “no te va a salir bien”, “a los demás no les pasa esto y a ti si”, “soy un desastre”, “nunca voy a cambiar”, “vas a quedar en ridículo”… y un largo etcétera.

Cuando estamos bajos de ánimo, o cuando estamos nerviosos es el momento de cazar nuestros pensamientos negativos, es decir, la crítica o el crítico que llevamos dentro. A este tipo de pensamientos negativos también se les llama pensamientos no razonables.

 

¿De dónde vienen los pensamientos negativos?

Cuando estamos mal, lo primero que notamos es nuestra emoción, como por ejemplo: nervios, tristeza, rabia o culpabilidad. Pero, la emoción no es el primer peldaño del malestar, sino que lo son nuestros pensamientos (también llamados cognición en Psicología).

A lo largo de todo el día, incluida la noche, nuestra mente pensante mantiene una charla consigo misma. En ocasiones esa auto-charla nos indica el orden en el que haremos las cosas (“ahora cogeré las cosas y en media hora salgo de casa”), en ocasiones evalúa cómo nos hemos comportado (“esto podrías haberlo hecho mejor, recuérdalo la próxima vez”) y en ocasiones simplemente se dedica a machacar nuestra autoestima (“no sirves para…, vas a hacerlo mal”).

Según nuestros pensamientos y nuestras emociones, podemos experimentar reacciones físicas (dolor de cabeza, opresión en el pecho, nudo en la garganta, cabeza cargada, sudoración, tensión en la espalda…). Y a su vez, según todo lo anterior, tendremos un comportamiento determinado (me tumbo en la cama, salgo a correr, llamo a alguien, tartamudeo…).

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Pensamientos negativos: Yo si, tú no

¿Por qué yo pienso de una determinada manera y otra persona no? ¿Por qué a mi me vienen esos pensamientos negativos y a ti no? La respuesta es: mi percepción e interpretación sobre la situación.

En Psicología decimos que es la construcción cognitiva o nuestro esquema cognitivo de una situación la que determina que se nos disparen pensamientos negativos. Nuestros esquemas cognitivos determinan la forma de procesamiento de la información del individuo. Es decir, la Terapia Cognitiva basa su modelo en que las emociones, comportamientos y fisiología de las personas están influenciadas por la forma en cómo percibimos el mundo.

Si yo he de hablar frente a varias personas, miro hacia el público y proceso la información como amenazante (pienso que hay demasiada gente, pienso que todos se darán cuenta si me equivoco, pienso que seguro que haré el ridículo), construyo una “realidad”: cuidado, ¡esta situación es peligrosa para ti! Bajo esa construcción, se despertarán unas emociones (nerviosismo, entre otras) y unas reacciones físicas (tartamudeo, sequedad de boca, temblor manos…), haciendo que nuestro comportamiento cambie.

 

Pensamientos negativos: ¿Puedo cambiarlos?

La respuesta es un . Todos somos capaces de aprender a identificar cuándo se disparan esos pensamientos que queremos eliminar y poner en práctica estrategias terapéuticas para hacer un buen manejo de nuestros pensamientos, llegando incluso a cambiarlos por otros más razonables y más realistas. Se trata de un proceso de auto-conocimiento y auto-evaluación que te permitirá entender por qué se están disparando esos pensamientos y qué debo hacer para modificarlo.

 

No hay nada malo ni bueno en sí mismo, es nuestro pensamiento el que lo transforma (Hamlet).

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Miriam Bosch
Psicóloga col. 21339
Fundadora y directora en:
CAPIA – Centre d’Atenció Psicològica Infanto-juvenil i de l’Adult
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