El porcentaje de separación y divorcio en España es cada vez mayor. ¿Qué supone una separación para los hijos? ¿Puede afectarles? ¿Cómo les afecta?

Cuando una pareja empieza un proceso de separación o divorcio, se inician un conjunto de cambios que influyen todos los aspectos de la vida de ambos. Estos cambios no sólo afectan a los adultos, sino que especialmente a los hijos. Aún y así, sus consecuencias no deben considerarse sólo como perjudiciales. Vivir en una casa donde las discusiones son frecuentes es más perjudicial para los hijos que vivir o relacionarse con los progenitores por separado. Por otro lado, vivir una situación de continuas separaciones temporales y reconciliaciones entre los padres provoca que los hijos vivan angustiados por el miedo a la inminente separación.

Por lo tanto, podemos afirmar que las consecuencias de la separación en los hijos no se centran en la situación en sí, sino en cómo éstos la comprenden, la perciben, y en la magnitud de las consecuencias que esa situación tiene en ellos, es decir, en cómo eso cambia su vida.

Separación: ¿Cuándo debemos preocuparnos?

Cuando un hijo trata de superar una situación de separación o divorcio sin el apoyo que necesita, es muy habitual que muestre su angustia a través de la conducta y no de sus palabras. Esta situación puede ser muy perjudicial para toda la familia puesto que los padres pueden malinterpretar el significado de estas conductas, e intentar solucionarlas con técnicas que, en lugar de reducirlas, las aumentan.

De forma genérica, algunos de los síntomas más comunes que nos alertan de que nuestros hijos necesitan ayuda son:
sentimientos de culpa y abandono: nuestros hijos dicen sentirse culpables de la separación o divorcio, o abandonados por alguno de los progenitores
inseguridad: nuestros hijos muestran dificultad para tomar decisiones, les cuesta ser autónomos en sus tareas
ansiedad y depresión: nuestros hijos muestran preocupaciones excesivas, lloran con facilidad, tiene miedo a la separación de las figuras de apego (por ejemplo cuando han de ir al colegio o estar con otras personas), y dificultad para regular sus estados de ánimo
conductas regresivas: nuestros hijos muestran conductas que corresponden a una edad inferior o a etapas ya superadas (chuparse el dedo, dormir con un muñeco…)
conductas repetitivas: nuestros hijos muestran conductas que repiten de la misma manera y en el mismo orden
conductas antisociales: nuestros hijos se muestran excesivamente cohibidos e introvertidos, o por el contrario, agresivo y manipuladores
conductas agresivas: nuestros hijos tienen rabietas, pegan, insultan, se agitan (agitación motriz)
problemas escolares: nuestros hijos muestran problemas de atención y concentración, bajada del rendimiento escolar, problemas con los compañeros y profesores

En los niños, los efectos suelen aparecer de forma más inmediata traducidos en conductas agresivas y disruptivas (hiperactividad, molesta continuamente, etc.). Las niñas, en general, tienen un mayor ajuste inicial, pero al llegar a la adolescencia afloran los problemas (este proceso se denomina efecto dormido).

Intervención psicológica en separación o divorcio

El papel del psicólogo en estos procesos es fundamental. La intervención incide en la recuperación del bienestar psicoemocional de todos los miembros de la familia y su reorganización, proporcionando nuevas pautas de comunicación y organización de tareas y funciones parentales.
La intervención individual con los niños y adolescentes tiene en cuenta la expresión de los sentimientos y los pensamientos, la recuperación de las rutinas y el reajuste de los síntomas secundarios (intervenir en problemas de sueño, miedos, fobias, técnicas de manejo de la ira, técnicas de relajación, habilidades sociales, etc.).


Miriam Bosch
Psicóloga col. 21339
Fundadora y directora en:
CAPIA – Centre d’Atenció Psicològica Infanto-juvenil i de l’Adult
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